Sopas, caldos, cremas, no hay región en el planeta que no incluya en su gastronomía un plato de cuchara compuesto por ingredientes básicos (pasta cebolla, pollo, tomate, ajo, pan…) y, a veces, por otros mucho más exóticos (caracoles, escarola, castañas, aguacates, wantones, aceitunas, mangos, carne de camello…).
Y es que en realidad la sopa no es más que un puñado de alimentos combinados con más o menos acierto flotando en una cazuela con agua. El concepto de sopa es tan amplio que se puede utilizar para hablar casi se cualquier comida caldosa.
El refranero español contiene, cómo no podría ser de otra manera, numerosas referencias de sopas, casi todas ellas relacionadas con la pobreza –agua y pan, sopas serán; se acabó la sopa de fideos, nomás quedó la de jodeos– y con la salud –caldo de gallina a los muertos resucita; buen vino y sopas hervidas alargan al viejo la vida-, e incluso encontramos comparaciones bastante ingeniosas entre la sopa y el amor, siendo las primeras cucharadas de ambos mejunjes demasiado calientes, y las últimas lastimosamente frías.
Vivir a la sopa boba, que todos conocemos a más de uno, hace referencia a la sopa compuesta por las sobras de los conventos con las que se alimentaba a los mendigos al acabar el día.
Y la sopa hirviendo de Mafalda, la que odiaba a muerte y que se debía tragar sin rechistar, estaba compuesta por tropezones de opresión e injusticia. La sopa se utilizaba como alegoría de los regímenes militares de Latinoamérica.

Como a Mafalda, a mí de pequeña tampoco me gustaba la sopa. Pero con el paso de los años, el disgusto se transformó en tolerancia y, más tarde, en adicción por los platos de cuchara. Especialmente los domingos de guardar, esos días en los que el dolor de cabeza impone a la fuerza el reposo. Y es que, con el paso de los años, las resacas ya no son lo que eran… De hecho, la famosa sopa coreana Haejangguk de col y morcilla significa literalmente «caldo para expulsar la resaca«.
El origen de mi adoración por la sopa viene de hace años, de cuando vivía en Recife y, tras noches de samba y axé, mi casera bahiana me preparaba una sopa de feijão con tres cucharadas de salsa de chile malagueta macerado al ron que limpiaba el esófago de tóxicos y dejaba los intestinos como una patena. Después repetí en Angola. Ya no con mi casera, sino con una vecina que servía caldo de carne de madrugada y que machacaba piri piri a ritmo de kuduro.
No me extiendo más. Aquí dejo una lista de algunas de las sopas más sabrosas que he ido descubriendo en diferentes lugares del mundo. No pretendo ser exhaustiva ni, mucho menos, objetiva. Las buenas noticias es que todavía me faltan muchas por probar.
Tom Yam Goong
Sin duda, una de las sopas más conocidas de Tailandia. La auténtica, la que sirven en restaurantes tailandeses para la población local, se toma bien picante. Cada vez que la preparo, me transporto a un comedor fresco y oscuro en cualquiera en una de las esquinas de Sukhunvit, gozando, llorando y sudando.
Su espectacular sabor se debe a la variedad de condimentos que, a día de hoy, ya se pueden encontrar en los supermercados asiáticos de todo el mundo: hojas de kaffir, lemon grass, galangal, lima, tamarindo, salsa de pescado y chiles rojos.
Existe una pasta con la mezcla de especias ya preparada para añadir directamente al agua. Pero yo recomiendo prepararla al gusto de cada uno. ¡Aquí va nuestra receta!

Borsch
La receta rusa, de origen ucraniano, más famosa del mundo. La remolacha y el eneldo le confieren un color intenso, un aroma envolvente y un sabor adictivo e inimaginable antes de probarla.
Durante los dos meses viajando por Rusia, pocos fueron los días que no cayó una borsch por la mañana, a mediodía o por la noche. Pincha aquí para ver la receta de borsch vegetariana que recomendamos hace tiempo.

Sopa de caracol
Eh!! Sopa de caracol, de marisco o de pescado con coco al estilo caribeño de Honduras.
Los rayos de sol cálidos y dorados calientan la arena. Un cautivador ritmo de tambores y caracolas llega hasta la playa, hasta el mar caliente y cristalino en el que nado ajena al hastío. ¡La sopa de caracol ya está lista!
Puedes encontrar aquí nuestra receta.

Sopa Azteca
Se trata de una sopa prehispánica típica de México en la que el principal ingrediente son las tortillas de maíz. Y luego, aguacate, chiles, queso, cebolla, tomate, ajo, con o sin pollo… es imposible que no salga bien.
Aquí os dejo una de las recetas más fáciles que he encontrado en la web, aunque personalmente nunca la he cocinado, siempre la he comido servida por piadosas señoras sonrientes en los atestados comedores de Ciudad de México.
Y si no tienes tortillas de maíz a mano, sustitúyelas directamente por los totopos o los nachos que ya vienen fritos y crujientes.

Sopa castellana
O sopa de ajo, o sopa de pan o la tradicional sopa de los pobres castellanos. Se trata de la sopa de las siete virtudes: es económica, el hambre quita, sed poca, hace dormir, digerir, nunca enfada y pone la cara colorada.
Muy fácil de preparar: ajo, jamón o chorizo, caldo y huevo. Aunque la más sabrosa que he probado, me la sirvió una china en un bar de mala muerte de un pueblo cerca de Madrid a las 8 de la mañana de un 1 de enero.

Pho’ Bò
Mi comida preferida durante los 5 meses que recorrí Vietnam en moto. De norte a sur, la sopa va variando, sobre todo, en cuanto a las hojas aromáticas que incluye. Aunque en el sur se acompaña de más variedad de hierbas, me quedo con las sopas de las montañas del norte, donde las hojas aromáticas para condimentarla (diferentes tipos de albahaca y menta) las arrancaban directamente del jardín en el momento de servirlas.
El caldo del pho’ se cocina durante horas con los huesos de ternera. Los noodles de arroz también son diferentes según las regiones. En principio, los noodles son planos, como los tallarines, diferenciándose , por ejemplo, del bún bò hue, en que son más parecidos a los espagueti, aunque, bueno, a veces esta distinción en los pueblos perdidos de la mano de Dios, era cuanto menos discutible.
Viajar a Vietnam merece la pena aunque sea solo para probar su gastronomía. Pero, tranquilos, si os viene mal ahora, también hay buenos restaurantes vietnamitas en las ciudades grandes y el pho’ está de moda. Me han recomendado por ahí el Vietnam Mekong en Madrid o el Mon Viet en Barcelona.

Sancocho
Esta sopa no podía faltar en una lista de mejores sopas del mundo. Típicamente colombiana, también se come en Venezuela, República Dominicana, Panamá o Ecuador, con sus diversas variantes.
Lleva de todo, tubérculos, verduras y carne. ¡Otra clásica de las resacas!

Dizi
He estado tentada a meter en esta lista el cocido madrileño, una de mis preferidas. Pero he recordado el Dizi iraní que es mucho más exótico y se parece bastante a un cocido madrileño. Normalmente de cordero, tuve la suerte de poder probarla con carne de camello cocinada a la forma tradicional debajo de la tierra.
Su parecido al cocido madrileño se basa, sobre todo, en la forma de servirla, en que primero se toma el caldo (con trozos de pan en vez de fideos), y posteriormente se degustan los garbanzos y la carne. Si viajas por Irán no te puedes perder este manjar.

Ash-e reshteh
Otra de las grandes sopas iranís. Se prepara con reshteh (fideos delgados), kashk (un producto lácteo fermentado similar a un yogur agrio) y diferentes tipos de legumbres, como judías blancas, lentejas, garbanzos y, a veces, hasta guisantes.
La verdad es que no se me ocurre ninguna otra forma de probar esta sopa si no es viajando a Irán. Esperemos que pronto podamos seguir descubriendo este asombroso país (¡y no sólo por sus sopas!).

Feijoada
No tengo claro que este plato se pueda considerar una sopa, pero como acabo de volver de Brasil, no me queda otra que incluir este plato nacional en la lista por lo parecido a nuestra fabada que sí se come con cuchara.
En Brasil, se acompaña de arroz y farofa en vez de pan. Se trata de una sopa de judías (en este caso, negras) y mucho cerdo, aunque sin pimentón. Y como ya vengo mencionando, aprovecho para incluir aquí también la fabada cocinada en las montañas de Asturias, que, la verdad, no tiene nada que envidiarle.
Ramen
El ramen es una sopa japonesa de noodles de trigo. El buen caldo del ramen se cocina durante horas con huesos de pollo y de cerdo, aunque los restaurantes ofrecen millones de recetas secretas y deliciosas.
La primera vez que descubrí el ramen fue cuando tenía 15 años y conocí a unas chicas coreanas que, al igual que yo, se encontraban en Londres para aprender inglés. Me dejaron probar un ramen instantáneo que me quemó la lengua y el intestino, pero reconozco que desde entonces soy una auténtica adicta de estas sopas rápidas que, si bien no tienen nada que ver con un auténtico ramen servido en un restaurante callejero de Tokyo, calienta las noches frías de Madrid en exactamente 3 minutos.

Atención, las sopas no solo ayudan a calentar el estómago y el alma en las gélidas noches invernales, también sirven para enfriar los sesos durante las sofocantes tardes de agosto. Aquí traigo algunas de mis sopas frías favoritas.
Mul Naengmyeon
La sopa más fría de Corea y, posiblemente, del mundo. Y digo esto porque se trata de una sopa de noodles muy finitos servida en un caldo de ternera con nada menos que cubitos de hielo. Sí señor, no se me ocurre otra sopa más refrescante. Además, para darle más frescor todavía, se le añaden trocitos de pepino, rábano y pera.
Y una vez servida, vinagre y mostaza al gusto. En mi caso, el tal gusto puede llegar a que se me salten las lágrimas con el vapor ardiente de la mostaza que entra por mi nariz como si me estuviera comiendo un plato de wasabi a cucharadas.

Vichyssoise
Esta crema de puerros con gran proyección internacional es sencillísima de preparar (puerros, patata, mantequilla y crema de leche) y no falla nunca. Se le puede añadir un chorro de aceite de oliva, unas semillas o algunas especias como tomillo o comino.
El origen de este plato, al parecer, genera cierta controversia. Dicen que viene de una sopa francesa tradicional de puerros que se quedaba fría porque todos los sirvientes de Luis XV la tenían que probar primero para impedir el envenenamiento de su majestad. Sin embargo, un cocinero de Nueva York se atribuye su autoría al haberla preparado en el Hotel Ritz tras recordar como en su infancia enfriaba con leche la sopa de puerros y patatas de en un pueblo cercano a Vichy. También existe la teoría de que esta crema la ideó un cocinero vasco que trabajaba para el embajador español en Francia durante el régimen colaboracionista de Vichy. La vichyssoise respondería a su voluntad de sofisticar la tradicional sopa de puerros vasca, la porrusalda.

Salmorejo/ Gazpacho
Bueno, bueno, mis cremas frías favoritas. Reconozco que cuando las preparo fuera de España, tienen sus detractores. En Yemen un amigo me preguntó si podía verter el salmorejo encima de la carne. Y en Brasil, a mis colegas se les puso cara de póquer al probar el gazpacho, mientras comentaban que les sabía a ensalada triturada.
Y no les faltaba razón. El salmorejo es una sopa fría a base de tomate, ajo, pan y aceite de oliva, y al gazpacho se le añade pepino, pimiento, algunas personas le ponen cebolla, y luego ya, pues a lo loco, lo que te sobre en la nevera. Que tienes un poco de sandía o de melón por ahí, pues perfecto. También va bien con remolacha, cerezas e incluso aguacate. Yo, a veces, hasta le he añadido chile para darle un toque picante.
Creo que junto con las uvas de fin de año, esta es una de las comidas más típicas de cualquier rincón de España. Y lo curioso es que el tomate y el pimiento no llegaron a la península hasta el siglo XVI, por lo que me pregunto como se haría el gazpacho hasta esta fecha. Posiblemente era una sopa de ajo y pan duro, tal vez con frutos secos, como el ajo blanco. Un absoluto manjar en sus múltiples formas.

Thx!