La Señora María volvía cada tarde de trabajar con su manojo de hojas de mandioca que había seleccionado cuidadosamente de su huerta de al lado del río. Invariablemente me sonreía para que me acercara y comenzaba el ritual de machacar.
Las hojas por un lado, en un mortero de tamaño casi humano, y los cacahuetes en un recipiente un poco más chico. Antes o después, dependiendo del día, del clima y del humor, se sentaba también en su sillita de madera, un taburetito con un rayador en una de las esquinas que permitía descansar los riñones mientras desmigaba el coco.
Esta es la matapa que yo conozco, y la más rica de las que he probado en Mozambique, la matapa de la señora María. No lleva gambas ni cangrejo como la de los restaurantes europeos más sofisticados, pero tiene el sabor de familia hambrienta y el aroma de la práctica.
Años más tarde, reproduzco una receta parecida en un país donde las hojas de la yuca se desaprovechan en las plantaciones, los morteros tienen tamaño parecido al de una taza y las batidoras ahorran muchas horas de esfuerzo sin sacrificar la autenticidad del plato.
Receta de Matapa
Ingredientes
- 300 g de espinacas (o podría ser de col)
- 2 dientes de ajo
- 1 ó 2 piri piri (chile rojo o guindilla)
- 1 taza de cacahuetes
- 400 g de leche de coco
- 2 tomates
- 1 cebolla pequeña
Preparación
Majar en un mortero las hojas lavadas, el ajo y el chile, con un poco de sal (también se puede triturar con una batidora, en cuyo caso habrá que añadirle un poco de agua).
En seguida ponerlo a hervir con poca agua (si se ha hecho con la batidora, con esa basta), hasta que esta se evapore (unos 30 minutos, dependiendo también del tipo de hoja).
Mientras tanto, hacer la crema de cacahuetes con coco. En la receta original, habría que rayar el coco en la sillita de rayar cocos (en mi barrio no hay ni cocos ni sillitas de rayar cocos) y machacar los cacahuetes para hacer una harina. La señora María incluso colaba la harina de los cacahuetes con su pausada cadencia 2 ó 3 veces para que quedara bien fina y se desperdiciara lo mínimo posible. Todo un arte. Yo meto a capón en la batidora la leche de coco del supermercado con los cacahuetes.
Posteriormente, echo la crema en el recipiente de las hojas junto con el tomate en cuadraditos y la cebolla picada muy fina. Voy removiendo para que no se pegue. Otros 15 minutos.
(Se puede echar al final para dar sabor algún crustáceo que encontremos congelado en el frigorífico)
Se sirve con arroz blanco de acompañamiento.
Facilísima y deliciosa.

Con cada cucharada, escucho las voces de los pescadores de la mañana al volver de faenar. Con cada cucharada, hundo los pies en la arena al pasear por espléndida playa de Tofo. Con cada cucharada, el agua del mar resbala por mi piel y los susurros de las olas rompen sobre mi mesa del comedor.






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